Los triunfos de la izquierda y la doctrina “guerra justa” de Obama
Alirio Montoya*
alimontoyaopinion.blogia.com
El triunfo del heroico guerrillero Mujica en el Uruguay y recientemente el abrumador triunfo de Evo Morales en Bolivia, son hechos que dan un cierto respiro en cuanto a la consolidación de los gobiernos de izquierda en América Latina. Pero son dos hechos políticos con una marcada diferencia en cuanto a la apreciación de los respectivos electores en cada país.
En Uruguay, el actual presidente saliente, Tabaré Vásquez, jugó una política de doble estándar en la cual no se comprometió con el Socialismo del Siglo XXI ni se plegó descaradamente al imperio; es decir, fue modesto con la oligarquía nacional y con el imperio. Esto le permitió al Frente Amplio de ese país ganar cierta confianza en el electorado.
En el caso de Evo Morales, a pesar de haberse unido al ALBA y de esquivarse los golpes que pretendió asestarle infructuosamente la oligarquía de Santa Cruz, los Estados Unidos, mercenarios húngaros y de otros grupos fácticos europeos, logró ganarse la simpatía y cariño de las mayorías bolivianas multiculturales a base de programas en beneficio de esa mayoría.
El plan de alfabetización “Yo Sí Puedo, el “Bono Juancito Pinto”, beneficiando a más de un millón de niños bolivianos, “Renta Dignidad” para los adultos e indigentes, el “Bono Juana Azurduy” para las mujeres, entre otros, significó puntos a favor de Evo para que el pueblo lo reeligiera.
Esto es un indicativo que la “satanización” del ALBA por parte de los verdaderos demonios ha sido contrarrestada con hechos concretos de los beneficios de pertenecer a esta nueva Alianza.
El triunfo de Evo Morales fue superior al de Mujica, lo cual evidentemente nos lleva a la conclusión que el hecho de ingresar al ALBA y llevarles beneficios a los campesinos y a la clase trabajadora, asegura la reelección de un candidato o de un partido de izquierda y mejora las condiciones de la población; pero sobre todo, se consolida con ello la participación ciudadana en la decisión de los asuntos trascendentales de su interés; esta sería una de las abismales diferencias de las gestiones entre Tabaré Vásquez y Evo Morales.
Lo que ha ocurrido en Bolivia, es que Evo tomó la valiente decisión de desconectarse con las políticas explotadoras del Norte para reconectarse con el Sur.
En Uruguay la cosa ha sido distinta. El actual gobierno no se desconectó del Norte y continuó trabajando con organismos multilaterales, lo cual representa un peligro de estancamiento y de regresión hacia el sometimiento pleno para con los intereses de Estados Unidos; sin embargo, espero que Mujica realice un verdadero cambio.
No pretendo hacer un balance axiológico cargado de ideologización entre los gobiernos de Bolivia y Uruguay, sino, dejar entrever cuál de los dos pueblos sudamericanos se han beneficiado del proceso de desenganche y de su unión al ALBA.
En Venezuela, el Comandante Hugo Chávez indudablemente se reelegirá, y Daniel Ortega está trabajando en esa línea para seguir beneficiando a las mayorías nicaragüenses.
Por su parte, el gobierno de izquierda del FMLN en El Salvador, transformado ahora por decisión del presidente Mauricio Funes en “gobierno de unidad nacional”, se mantendrá por el momento conectado y dependiendo de los dicterios del imperio norteamericano.
Por ello, es necesario que en la siguiente elección presidencial, la Dirección del FMLN lleve a un candidato con una claridad ideológica y un programa unionista a nivel centroamericano y latinoamericano; en otras palabras, hacer de la integración centroamericana una realidad y unirnos al ALBA, por supuesto que para ello habrá que desconectarse con el Norte.
La militancia del FMLN y los movimientos políticos y sociales salvadoreños deben entender que este es el primer gobierno de izquierda en toda la historia política de El Salvador; en consecuencia, se está en una etapa transicional, por tanto los cambios han de irse concretando gradualmente.
La ratificación del siguiente gobierno de izquierda en El Salvador, indudablemente se deberá en gran parte a la buena gestión de los ministerios como el de Educación, dirigido éste por el ex comandante Salvador Sánchez Cerén, quien ha sido el mejor evaluado de ese gobierno de “unidad nacional”, porque le entregará uniformes gratuitamente a los estudiantes de las escuelas públicas, y está por emprender una reforma educativa en donde se forjen estudiantes críticos y con espíritu de solidaridad.
A manera de conclusión sobre los triunfos de las izquierdas en la América Latina de Simón Bolívar, José Martí, Sandino y Farabundo Martí, se presagian desde ya nuevos triunfos. La nueva oleada de victorias en Latinoamérica se avecina.
Esto no implica que tengamos que confiarnos. George W. Bush salió con su disparatada y genocida “guerra contra el terrorismo”, bajo el imperativo y la preeminencia de que ante una “amenaza” habría que hacer un “ataque preventivo”.
Actualmente, el Nobel de la Paz, Barack Obama, es aún más peligroso que su paranoico antecesor, con el sólo hecho de escuchar la anunciada innovación de su doctrina de la “guerra justa”, porque sembrará en las mentes de los ingenuos que un eventual ataque a Venezuela o a cualquier país del ALBA será bajo el axioma de la “guerra justa”, tratando así de legitimar cualquier agresión a nuestros pueblos. En Oslo deberían conceder el Premio Nobel de la Guerra, así los presidentes norteamericanos se agenciarían todos los años ese premio nebuloso e indigno.
He releído un libro de Obama de nombre “Las memorias de mi padre”, y he de admitirlo que escribe bien; sería muy interesante que Barack Obama escribiera otra versión, por supuesto a su estilo, de la obra “Guerra y Paz” de León Tolstoi. Por lo tanto, esos triunfos de las izquierdas deben irse consolidando aún más para crear un bloque regional y hacerle frente a las posibles “guerras justas” libradas próximamente por el ahora Nobel de la Paz.
Alirio Montoya*
alimontoyaopinion.blogia.com
El triunfo del heroico guerrillero Mujica en el Uruguay y recientemente el abrumador triunfo de Evo Morales en Bolivia, son hechos que dan un cierto respiro en cuanto a la consolidación de los gobiernos de izquierda en América Latina. Pero son dos hechos políticos con una marcada diferencia en cuanto a la apreciación de los respectivos electores en cada país.
En Uruguay, el actual presidente saliente, Tabaré Vásquez, jugó una política de doble estándar en la cual no se comprometió con el Socialismo del Siglo XXI ni se plegó descaradamente al imperio; es decir, fue modesto con la oligarquía nacional y con el imperio. Esto le permitió al Frente Amplio de ese país ganar cierta confianza en el electorado.
En el caso de Evo Morales, a pesar de haberse unido al ALBA y de esquivarse los golpes que pretendió asestarle infructuosamente la oligarquía de Santa Cruz, los Estados Unidos, mercenarios húngaros y de otros grupos fácticos europeos, logró ganarse la simpatía y cariño de las mayorías bolivianas multiculturales a base de programas en beneficio de esa mayoría.
El plan de alfabetización “Yo Sí Puedo, el “Bono Juancito Pinto”, beneficiando a más de un millón de niños bolivianos, “Renta Dignidad” para los adultos e indigentes, el “Bono Juana Azurduy” para las mujeres, entre otros, significó puntos a favor de Evo para que el pueblo lo reeligiera.
Esto es un indicativo que la “satanización” del ALBA por parte de los verdaderos demonios ha sido contrarrestada con hechos concretos de los beneficios de pertenecer a esta nueva Alianza.
El triunfo de Evo Morales fue superior al de Mujica, lo cual evidentemente nos lleva a la conclusión que el hecho de ingresar al ALBA y llevarles beneficios a los campesinos y a la clase trabajadora, asegura la reelección de un candidato o de un partido de izquierda y mejora las condiciones de la población; pero sobre todo, se consolida con ello la participación ciudadana en la decisión de los asuntos trascendentales de su interés; esta sería una de las abismales diferencias de las gestiones entre Tabaré Vásquez y Evo Morales.
Lo que ha ocurrido en Bolivia, es que Evo tomó la valiente decisión de desconectarse con las políticas explotadoras del Norte para reconectarse con el Sur.
En Uruguay la cosa ha sido distinta. El actual gobierno no se desconectó del Norte y continuó trabajando con organismos multilaterales, lo cual representa un peligro de estancamiento y de regresión hacia el sometimiento pleno para con los intereses de Estados Unidos; sin embargo, espero que Mujica realice un verdadero cambio.
No pretendo hacer un balance axiológico cargado de ideologización entre los gobiernos de Bolivia y Uruguay, sino, dejar entrever cuál de los dos pueblos sudamericanos se han beneficiado del proceso de desenganche y de su unión al ALBA.
En Venezuela, el Comandante Hugo Chávez indudablemente se reelegirá, y Daniel Ortega está trabajando en esa línea para seguir beneficiando a las mayorías nicaragüenses.
Por su parte, el gobierno de izquierda del FMLN en El Salvador, transformado ahora por decisión del presidente Mauricio Funes en “gobierno de unidad nacional”, se mantendrá por el momento conectado y dependiendo de los dicterios del imperio norteamericano.
Por ello, es necesario que en la siguiente elección presidencial, la Dirección del FMLN lleve a un candidato con una claridad ideológica y un programa unionista a nivel centroamericano y latinoamericano; en otras palabras, hacer de la integración centroamericana una realidad y unirnos al ALBA, por supuesto que para ello habrá que desconectarse con el Norte.
La militancia del FMLN y los movimientos políticos y sociales salvadoreños deben entender que este es el primer gobierno de izquierda en toda la historia política de El Salvador; en consecuencia, se está en una etapa transicional, por tanto los cambios han de irse concretando gradualmente.
La ratificación del siguiente gobierno de izquierda en El Salvador, indudablemente se deberá en gran parte a la buena gestión de los ministerios como el de Educación, dirigido éste por el ex comandante Salvador Sánchez Cerén, quien ha sido el mejor evaluado de ese gobierno de “unidad nacional”, porque le entregará uniformes gratuitamente a los estudiantes de las escuelas públicas, y está por emprender una reforma educativa en donde se forjen estudiantes críticos y con espíritu de solidaridad.
A manera de conclusión sobre los triunfos de las izquierdas en la América Latina de Simón Bolívar, José Martí, Sandino y Farabundo Martí, se presagian desde ya nuevos triunfos. La nueva oleada de victorias en Latinoamérica se avecina.
Esto no implica que tengamos que confiarnos. George W. Bush salió con su disparatada y genocida “guerra contra el terrorismo”, bajo el imperativo y la preeminencia de que ante una “amenaza” habría que hacer un “ataque preventivo”.
Actualmente, el Nobel de la Paz, Barack Obama, es aún más peligroso que su paranoico antecesor, con el sólo hecho de escuchar la anunciada innovación de su doctrina de la “guerra justa”, porque sembrará en las mentes de los ingenuos que un eventual ataque a Venezuela o a cualquier país del ALBA será bajo el axioma de la “guerra justa”, tratando así de legitimar cualquier agresión a nuestros pueblos. En Oslo deberían conceder el Premio Nobel de la Guerra, así los presidentes norteamericanos se agenciarían todos los años ese premio nebuloso e indigno.
He releído un libro de Obama de nombre “Las memorias de mi padre”, y he de admitirlo que escribe bien; sería muy interesante que Barack Obama escribiera otra versión, por supuesto a su estilo, de la obra “Guerra y Paz” de León Tolstoi. Por lo tanto, esos triunfos de las izquierdas deben irse consolidando aún más para crear un bloque regional y hacerle frente a las posibles “guerras justas” libradas próximamente por el ahora Nobel de la Paz.
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