viernes, 6 de noviembre de 2009

Guerra sucia y terrorismo psicológico del narcopartido ARENA


A nadie debe de extrañarle las sucias maniobras y artimañas que está implementando la oligarquía salvadoreña en su desesperada lucha para tratar de preservar las estructuras  de poder que dan cobertura a sus “clandestinas” actividades relacionadas con el crimen organizado y narcoactividad. En esta dirección, la conducción del partido ARENA a través de un servil COENA, para los oligarcas representa un bastión político estratégico muy importante.

Cómo consecuencia de su derrota política en las pasadas elecciones presidenciales que llevaron al control del gobierno a Mauricio Funes y al FMLN, como efecto inmediato se impusieron los ajustes de cuentas dentro de la “membresía” arenera. La cacería de “culpables” tuvo su “banderillazo de salida” y evidentemente se inició con el “misterioso” asesinato de su dirigente Adolfo “el chele” Torres y con la desbandada de su empresa de “seguridad” (SERCONSE). René Rendón, otro dirigente arenero muy cercano al “Chele” Torres, denunció públicamente que estaba siendo amenazado de muerte y que tal dirigente no se había suicidado sino que todo se trataba de un acto de homicidio premeditado.

De manera previa al asesinato de Torres, ya los fascistas habían logrado un éxito relativo al imponer al nefasto diputado Ciro Cruz Zepeda (partido PCN), como presidente de la cuestionada Asamblea Legislativa; de esta manera, lograrían sostener la impunidad amparada bajo el concepto de “inmunidad parlamentaria” y, obviamente, algunos niveles de capacidad de maniobra política para obstruir cualquier tipo de reforma o aprobación de las leyes que llevaran a la desarticulación de las estructuras del crimen organizado. Ya que sin temor a equivocarnos, la cobertura que les brinda la superestructura jurídica del estado, ha sido el sustento fundamental para la acumulación ilícita del capital de los actuales grupos o “carteles” de poder económico que controlan la economía salvadoreña.

Posteriormente, estos se involucraron con los gopistas que depusieron al presidente Manuel Zelaya y emprendieron toda una campaña tendenciosa a través de sus terroristas mediáticos (Prensa Gráfica, Diario de Hoy y TCS), ya que dentro de su nueva estrategia de reacomodamiento, no descartaban la posibilidad recurrir a los golpes de estado para “detener” el avance de la izquierda salvadoreña. Paralelamente a este escenario, prácticamente ya habían logrado imponer un golpe de estado “técnico”, ya que al obstruir la elección de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y del Fiscal General, se había de facto generado un estado de ingobernabilidad muy conveniente a los intereses del crimen organizado y se obligaba a provocar un debilitamiento de la confianza del pueblo hacia el gobierno del FMLN.

A pesar que los fascistas lucharon con todos los medios posibles estos fueron nuevamente derrotados. Y, con la intermediación del presidente Mauricio Funes se sacaron las discusiones del vulgar y bochornoso “circo” legislativo.

Fue en Casa Presidencial en dónde se lograron los acuerdos necesarios para elegir a los magistrados de la CSJ; y con la elección del Fiscal General, se derrotó a la impunidad (Astor Escalante) que pretendía suceder a la corrupta administración bajo el mando de Félix Garrid Safie.  

Lógicamente, todavía quedan aun pendientes las grandes batallas para la elección del Procurador General de la República (PGR), por la aprobación del presupuesto de la nación, limpieza de las “quintas columnas” dentro del aparato de estado, procesamiento y encarcelamiento de los delincuentes que robaron las arcas públicas, limpieza de la PNC y la puesta en marcha de una política efectiva para la lucha frontal contra la criminalidad común y organizada que aterroriza a toda la sociedad salvadoreña.  

Un efecto colateral de la derrota arenera se focaliza en la caótica e irreversible crisis orgánica que actualmente se devela dentro del narcopartido ARENA.

Esta agrupación “narcoterrorista” todavía resguarda las estructuras de los escuadrones de la muerte que fundamentaron sus orígenes y se desdibuja como una aterradora amenaza para el país, ya que la crisis de poder dentro de ARENA se puede convertir en un peligroso detonante que nos afecte la frágil estabilidad política y social del país. La presencia de las peligrosas estructuras de los escuadrones de la muerte en su militancia partidaria y protegidas bajo la cobertura de las empresas de Seguridad Privada, es motivo de suma preocupación y se vuelve una potencial amenaza para la Seguridad del Estado.

Es evidente que los “estrategas” de ARENA, perversamente pretenden convertir las incontrolables conspiraciones internas que están derrumbando a su antihistórico partido, en un injustificado caos de nación.

Lo anterior basta comprenderlo con unos cuantos ejemplos: Cristiani amenazó con llevar al país a un incendio al estilo “troyano”; propalaron después del triunfo del FMLN que los “mareros” habían impuesto un “toque de queda” en el centro de San Salvador; Alfredo Cristiani afirmó que el Ministro de Educación se “inspiraba” en los manuales de las FARC para llevar a cabo su reforma educativa; el COENA acusó falsamente a un miembro de la Comisión Política del FMLN de estar involucrado en la conspiración interna que carcome y que está derrumbando al partido ARENA; también, existe el peligroso agravante que apunta que la camarilla del COENA es la responsable directa de propagar un falso comunicado que circuló por correo electrónico y que fue sensacionalizado por la prensa mediática, en dónde se “decretaba” que los grupos de antisociales (“las maras”) llevarían a cabo sanguinarios ataques armados contra la población civil a partir del pasado lunes 19 de octubre.

Al respecto, vale la pena afirmar que los grupos de “pandilleros” no tienen la fortaleza organizativa ni tampoco la capacidad militar propia de un ejército, como para pretender llevar al país a una situación de guerra. En repetidas oportunidades hemos afirmado categóricamente que los grupos de “maras” no significan un problema insoluble desde la perspectiva policial o militar. La solución es cosa de voluntad política de querer hacerlo.

El segmento poblacional de las “maras” representa únicamente a una compleja expresión de la postguerra sustentada en la marginación económica y social, son un fenómeno urbano transculturizado que es producto de las migraciones de salvadoreños hacia el “sueño americano”. El combate de las pandillas debe de tratarse de manera integral, en donde las medidas de prevención y “reinserción” social, tienen que estar inteligentemente acompañadas de efectivas y severas acciones punitivas.

Evidentemente, a los que manejan el COENA les preocupa grandemente el anuncio del presidente Funes de utilizar racionalmente a la Fuerza Armada en acciones conjuntas con la PNC para combatir la delincuencia común y crimen organizado. Para estos fascistas de la oligarquía salvadoreña que se encuentran esquizofrénicamente contagiados por el virus “Micheletti”, no les ha bastado con haber desnaturalizado a conveniencia propia durante dos décadas a la PNC, sino que ahora tratan de “contagiar” irresponsablemente a la Fuerza Armada para que se embarque en una masiva e indiscriminada represión. En este aspecto, nosotros les tomamos en otro sentido la palabra y estamos de acuerdo en la utilización racional de la Fuerza Armada para enfrentar y neutralizar en cualquier terreno de lucha al crimen organizado y al fenómeno de las pandillas; inclusive de perseguirlos no sólo en los barrios pobres y marginales, sino hasta en la Escalón y Santa Elena.

Políticamente, al pueblo no debe de preocuparle que ARENA se derrumbe; así como ahora se recuerda al imperio Romano en la “lápida” de la historia, de la misma manera le pasará a cualquier partido político que se alejó del pueblo; y al final con el correr de los años, estos quedarán solamente en los recuerdos efímeros de los “nostálgicos”, que adornarán con “flores” sus “lapidas” en el mes de noviembre.

En las actuales circunstancias en donde el crimen organizado y las pandillas han rebasado el límite de la “tolerancia” socialmente permisible, no podemos permitir que estas fuerzas oscuras conviertan al país en un estado fallido. Con el apoyo de la Fuerza Armada en acciones focalizadas de seguridad pública, se podría acelerar intensivamente las investigaciones que lleven a la depuración y neutralización de las redes criminales que se han infiltrado dentro de las filas de la PNC; y como efecto inmediato del involucramiento del ejército en  maniobras tácticas antidelincuenciales, se llevaría transitoriamente “oxígeno” a la PNC para que esta pueda concentrarse en lograr objetivos estratégicos en el combate frontal contra el crimen organizado.
También, la PNC podría fortalecer sus unidades de inteligencia y conformar eficientemente una contrainteligencia.

Un aspecto relevante que valdría la pena considerar, se relaciona con estudiar la posibilidad para autorizar el derribamiento de las narcoavionetas y del hundimiento de las lanchas que utilizan a nuestro país para el tráfico de grandes cargamentos de drogas.

Por otro lado, se necesita incrementar significativamente los patrullajes de la fuerza naval en el Golfo de Fonseca, militarizar la bahía de Jiquilisco y el estero de Jaltepeque, ya que estas serían acciones frontales para combatir a la narcoactividad en los puertos “privados de cabotaje” y evitarse el trasiego de los grandes volúmenes de droga  en los barcos “camaroneros”. 

Todos sabemos que el crimen organizado penetró sistemáticamente a la PNC durante las perversas administraciones areneras: Mauricio Sandoval preparó el terreno para la corrupción y culminó su carrera policial bajo la “cortina de humo” de competir para la candidatura presidencial del partido ARENA en donde se eligió a Antonio Saca, posteriormente se le vio involucrado con la estafadora corredora de bolsa OBC.

Ricardo Meneses es otro de los señalados como narcotraficantes. Se conoce que este, durante la administración de Antonio Saca fue relevado de la conducción policial por Rodrigo Ávila. Sin embargo, Meneses fue “premiado” con un puesto diplomático en la Embajada salvadoreña en Washington. Francisco Rovira fue otro personaje que causó mucho daño a la imagen de la policía, ya que se descubrió que era un miembro de la banda de los “perrones”.

Y, para “realzar” a las administraciones areneras, a Rodrigo Ávila se le vincula con el gran comercio de armas y como propietario de empresas de “seguridad” que se lucran del millonario pastel que produce la  “Industria de inseguridad”.

La reciente noticia que relaciona a Ricardo Meneses con el narcotraficante José Natividad Luna no es nada nuevo. Durante su administración como director de la PNC, se le señaló como uno de los principales usufructuarios de la venta de la cocaína que se encontraba almacenada como “evidencias” en las bodegas de la División de Antinarco tráfico (DAN); también, algunas fuentes internas de la corporación policial mencionaron que Meneses, había comprado en efectivo grandes extensiones de tierra en el cerro y Municipio de Guazapa para venderlas como lotificaciones.

La fuente policial afirmó que para la transacción de compra de tierras, Ricardo Meneses ordenó y dispuso en ese momento de protección armada a cargo de un dispositivo del Grupo de Reacción Policial (GRP).  



¡SIN PERDON Y SIN OLVIDO DE NUESTROS MARTIRES REVOLUCIONARIOS!
¡VIVA EL HEROICO PUEBLO SALVADOREÑO!

¡POR LA CONSTRUCCIÓN DE UNA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA UNIDA EN LOS PRINCIPIOS Y EN LAS ACCIONES!

¡VIVA EL MOVIMIENTO DE VETERANOS DEL END!
END
(FPL-“Farabundo Martí”; FPL-GPP/ FCER; ERP; FARN; PRTC y FAL)
El Salvador, 21 de octubre de 2009

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