A
nadie debe de extrañarle las sucias maniobras y artimañas que está
implementando la oligarquía salvadoreña en su desesperada lucha para
tratar de preservar las estructuras de poder que dan
cobertura a sus “clandestinas” actividades relacionadas con el crimen
organizado y narcoactividad. En esta dirección, la conducción del
partido ARENA a través de un servil COENA, para los oligarcas
representa un bastión político estratégico muy importante.
Cómo
consecuencia de su derrota política en las pasadas elecciones
presidenciales que llevaron al control del gobierno a Mauricio Funes y
al FMLN, como efecto inmediato se impusieron los ajustes de cuentas
dentro de la “membresía” arenera. La cacería de “culpables” tuvo su
“banderillazo de salida” y evidentemente se inició con el “misterioso”
asesinato de su dirigente Adolfo “el chele” Torres y con la desbandada
de su empresa de “seguridad” (SERCONSE). René Rendón, otro dirigente
arenero muy cercano al “Chele” Torres, denunció públicamente que estaba
siendo amenazado de muerte y que tal dirigente no se había suicidado
sino que todo se trataba de un acto de homicidio premeditado.
De
manera previa al asesinato de Torres, ya los fascistas habían logrado
un éxito relativo al imponer al nefasto diputado Ciro Cruz Zepeda
(partido PCN), como presidente de la cuestionada Asamblea Legislativa;
de esta manera, lograrían sostener la impunidad amparada bajo el
concepto de “inmunidad parlamentaria” y, obviamente, algunos niveles de
capacidad de maniobra política para obstruir cualquier tipo de reforma
o aprobación de las leyes que llevaran a la desarticulación de las
estructuras del crimen organizado. Ya que sin temor a equivocarnos, la
cobertura que les brinda la superestructura jurídica del estado, ha
sido el sustento fundamental para la acumulación ilícita del capital de
los actuales grupos o “carteles” de poder económico que controlan la
economía salvadoreña.
Posteriormente,
estos se involucraron con los gopistas que depusieron al presidente
Manuel Zelaya y emprendieron toda una campaña tendenciosa a través de
sus terroristas mediáticos (Prensa Gráfica, Diario de Hoy y TCS), ya
que dentro de su nueva estrategia de reacomodamiento, no descartaban la
posibilidad recurrir a los golpes de estado para “detener” el avance de
la izquierda salvadoreña. Paralelamente a este escenario, prácticamente
ya habían logrado imponer un golpe de estado “técnico”, ya que al
obstruir la elección de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia
(CSJ) y del Fiscal General, se había de facto generado un estado de
ingobernabilidad muy conveniente a los intereses del crimen organizado
y se obligaba a provocar un debilitamiento de la confianza del pueblo
hacia el gobierno del FMLN.
A
pesar que los fascistas lucharon con todos los medios posibles estos
fueron nuevamente derrotados. Y, con la intermediación del presidente
Mauricio Funes se sacaron las discusiones del vulgar y bochornoso
“circo” legislativo.
Fue
en Casa Presidencial en dónde se lograron los acuerdos necesarios para
elegir a los magistrados de la CSJ; y con la elección del Fiscal
General, se derrotó a la impunidad (Astor Escalante) que pretendía
suceder a la corrupta administración bajo el mando de Félix Garrid
Safie.
Lógicamente,
todavía quedan aun pendientes las grandes batallas para la elección del
Procurador General de la República (PGR), por la aprobación del
presupuesto de la nación, limpieza de las “quintas columnas” dentro del
aparato de estado, procesamiento y encarcelamiento de los delincuentes
que robaron las arcas públicas, limpieza de la PNC y la puesta en
marcha de una política efectiva para la lucha frontal contra la
criminalidad común y organizada que aterroriza a toda la sociedad
salvadoreña.
Un
efecto colateral de la derrota arenera se focaliza en la caótica e
irreversible crisis orgánica que actualmente se devela dentro del
narcopartido ARENA.
Esta
agrupación “narcoterrorista” todavía resguarda las estructuras de los
escuadrones de la muerte que fundamentaron sus orígenes y se desdibuja
como una aterradora amenaza para el país, ya que la crisis de poder
dentro de ARENA se puede convertir en un peligroso detonante que nos
afecte la frágil estabilidad política y social del país. La presencia
de las peligrosas estructuras de los escuadrones de la muerte en su
militancia partidaria y protegidas bajo la cobertura de las empresas de
Seguridad Privada, es motivo de suma preocupación y se vuelve una
potencial amenaza para la Seguridad del Estado.
Es
evidente que los “estrategas” de ARENA, perversamente pretenden
convertir las incontrolables conspiraciones internas que están
derrumbando a su antihistórico partido, en un injustificado caos de
nación.
Lo
anterior basta comprenderlo con unos cuantos ejemplos: Cristiani
amenazó con llevar al país a un incendio al estilo “troyano”;
propalaron después del triunfo del FMLN que los “mareros” habían
impuesto un “toque de queda” en el centro de San Salvador; Alfredo
Cristiani afirmó que el Ministro de Educación se “inspiraba” en los
manuales de las FARC para llevar a cabo su reforma educativa; el COENA
acusó falsamente a un miembro de la Comisión Política del FMLN de estar
involucrado en la conspiración interna que carcome y que está
derrumbando al partido ARENA; también, existe el peligroso
agravante que apunta que la camarilla del COENA es la responsable
directa de propagar un falso comunicado que circuló por correo
electrónico y que fue sensacionalizado por la prensa mediática, en dónde se “decretaba” que los grupos de antisociales (“las maras”)
llevarían a cabo sanguinarios ataques armados contra la población civil a partir del pasado lunes 19 de octubre.
Al
respecto, vale la pena afirmar que los grupos de “pandilleros” no
tienen la fortaleza organizativa ni tampoco la capacidad militar propia
de un ejército, como para pretender llevar al país a una situación de
guerra. En repetidas oportunidades hemos
afirmado categóricamente que los grupos de “maras” no significan un
problema insoluble desde la perspectiva policial o militar. La solución
es cosa de voluntad política de querer hacerlo.
El
segmento poblacional de las “maras” representa únicamente a una
compleja expresión de la postguerra sustentada en la marginación
económica y social, son un fenómeno urbano transculturizado que es
producto de las migraciones de salvadoreños hacia el “sueño americano”.
El combate de las pandillas debe de tratarse de manera integral,
en donde las medidas de prevención y “reinserción” social, tienen que
estar inteligentemente acompañadas de efectivas y severas acciones
punitivas.
Evidentemente,
a los que manejan el COENA les preocupa grandemente el anuncio del
presidente Funes de utilizar racionalmente a la Fuerza Armada en
acciones conjuntas con la PNC para combatir la delincuencia común y
crimen organizado. Para estos fascistas de la oligarquía salvadoreña
que se encuentran esquizofrénicamente contagiados por el virus “Micheletti”,
no les ha bastado con haber desnaturalizado a conveniencia propia
durante dos décadas a la PNC, sino que ahora tratan de “contagiar”
irresponsablemente a la Fuerza Armada para que se embarque en una
masiva e indiscriminada represión. En este aspecto, nosotros les
tomamos en otro sentido la palabra y estamos de acuerdo en la utilización racional
de la Fuerza Armada para enfrentar y neutralizar en cualquier terreno
de lucha al crimen organizado y al fenómeno de las pandillas; inclusive
de perseguirlos no sólo en los barrios pobres y marginales, sino hasta
en la Escalón y Santa Elena.
Políticamente,
al pueblo no debe de preocuparle que ARENA se derrumbe; así como ahora
se recuerda al imperio Romano en la “lápida” de la historia, de la
misma manera le pasará a cualquier partido político que se alejó del
pueblo; y al final con el correr de los años, estos quedarán solamente
en los recuerdos efímeros de los “nostálgicos”, que adornarán con
“flores” sus “lapidas” en el mes de noviembre.
En
las actuales circunstancias en donde el crimen organizado y las
pandillas han rebasado el límite de la “tolerancia” socialmente
permisible, no podemos permitir que estas fuerzas oscuras conviertan al país en un estado fallido.
Con el apoyo de la Fuerza Armada en acciones focalizadas de seguridad
pública, se podría acelerar intensivamente las investigaciones que
lleven a la depuración y neutralización de las redes criminales que se
han infiltrado dentro de las filas de la PNC; y como efecto inmediato
del involucramiento del ejército en maniobras tácticas
antidelincuenciales, se llevaría transitoriamente “oxígeno” a la PNC
para que esta pueda concentrarse en lograr objetivos estratégicos en el
combate frontal contra el crimen organizado.
También, la PNC podría fortalecer sus unidades de inteligencia y conformar eficientemente una contrainteligencia.
Un aspecto relevante que valdría la pena considerar, se relaciona con estudiar
la posibilidad para autorizar el derribamiento de las narcoavionetas y
del hundimiento de las lanchas que utilizan a nuestro país para el
tráfico de grandes cargamentos de drogas.
Por
otro lado, se necesita incrementar significativamente los patrullajes
de la fuerza naval en el Golfo de Fonseca, militarizar la bahía de
Jiquilisco y el estero de Jaltepeque, ya que estas serían acciones
frontales para combatir a la narcoactividad en los puertos “privados de
cabotaje” y evitarse el trasiego de los grandes volúmenes de droga en los barcos “camaroneros”.
Todos
sabemos que el crimen organizado penetró sistemáticamente a la PNC
durante las perversas administraciones areneras: Mauricio Sandoval
preparó el terreno para la corrupción y culminó su carrera policial
bajo la “cortina de humo” de competir para la candidatura presidencial
del partido ARENA en donde se eligió a Antonio Saca, posteriormente se
le vio involucrado con la estafadora corredora de bolsa OBC.
Ricardo
Meneses es otro de los señalados como narcotraficantes. Se conoce que
este, durante la administración de Antonio Saca fue relevado de la
conducción policial por Rodrigo Ávila. Sin embargo, Meneses fue
“premiado” con un puesto diplomático en la Embajada salvadoreña en
Washington. Francisco Rovira fue otro personaje que causó mucho daño a
la imagen de la policía, ya que se descubrió que era un miembro de la
banda de los “perrones”.
Y,
para “realzar” a las administraciones areneras, a Rodrigo Ávila se le
vincula con el gran comercio de armas y como propietario de empresas de
“seguridad” que se lucran del millonario pastel que produce la “Industria de inseguridad”.
La
reciente noticia que relaciona a Ricardo Meneses con el narcotraficante
José Natividad Luna no es nada nuevo. Durante su administración como
director de la PNC, se le señaló como uno de los principales
usufructuarios de la venta de la cocaína que se encontraba almacenada
como “evidencias” en las bodegas de la División de Antinarco tráfico
(DAN); también, algunas fuentes internas de la corporación policial
mencionaron que Meneses, había comprado en efectivo grandes extensiones
de tierra en el cerro y Municipio de Guazapa para venderlas como
lotificaciones.
La
fuente policial afirmó que para la transacción de compra de tierras,
Ricardo Meneses ordenó y dispuso en ese momento de protección armada a
cargo de un dispositivo del Grupo de Reacción Policial (GRP).
¡SIN PERDON Y SIN OLVIDO DE NUESTROS MARTIRES REVOLUCIONARIOS!
¡VIVA EL HEROICO PUEBLO SALVADOREÑO!
¡POR LA CONSTRUCCIÓN DE UNA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA UNIDA EN LOS PRINCIPIOS Y EN LAS ACCIONES!
¡VIVA EL MOVIMIENTO DE VETERANOS DEL END!
END
(FPL-“Farabundo Martí”; FPL-GPP/ FCER; ERP; FARN; PRTC y FAL)
El Salvador, 21 de octubre de 2009
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