viernes, 13 de abril de 2012

LA ESENCIA DE LOS VERDADEROS MIEMBROS DEL PARTIDO DE IZQUIERDA

Ni él come niños, ni yo vulnero honras ajenas


En el FMLN no hay apocalipsis que se propague como río de azogue. Tampoco están postrados por lo que ocurrió en las recientes elecciones. Quizá saben que de esos polvos nacen nuevos lodos. Por eso no preparan ningún entierro ni baten la tierra del cementerio. Lo que pasó lo miran como un nuevo itinerario para su experiencia política. Así de fácil. Así de sencillo.


Eso lo comprobé por casualidad cuando me tocó viajar en un avión justo al lado de uno de los más importantes líderes del FMLN. Jamás había hablado con él pero, hace como un año, me leí, en un solo día, sus memorias. Siempre leo los recuentos de vida de aquellos que hacen de un acto de guerra la experiencia más profunda de sus vidas. Y él es uno de ellos desde que, hace 40 años, agarró un fusil, se metió a la clandestinidad y no se sosegó hasta que el Partido Comunista firmó la paz.


Al principio, la conversación fue un poco incómoda. Posiblemente él creía que yo lo estimaba capaz de comer niños como, más tarde, me dijo que todavía piensan algunos de él. Yo lo saludé a sabiendas de que, quizá, por mucho tiempo se había atragantado con los mitos y deslegitimaciones que algunos se han encargado de hacer sobre mí. Pero, después de eso, no paramos de hablar. Fueron más de dos horas de ruidosa y apasionada conversación que la facilitó el recuerdo un amigo común a quien él respeta, y yo también, porque siempre quiere una democracia sin adjetivos. Además, dos veces me citó los consejos de Schafik Hándal: “Son las ideas las que se adversan, no las personas”.

No vale la pena mencionar su nombre. Esto no es, ni aquello fue, una entrevista formal. Así se lo dije a él. Quería que hablara sin frenos sobre su evangelio. Pretendía escuchar sus ideas porque estas siempre se encarnan en personas. Y aunque estoy convencido que ese no fue nunca su cálculo personal, creo que él es una vida tocada por la pasión del poder y por las ideas andantes. Pero me da la impresión que el poder le llegó de lejos, sin quererlo, presionado por militantes duros frente a quienes se debe confesar todos los días.

Esa mañana me convencí que el FMLN no camina en selva de egoísmos. Ahí saben por qué perdieron y en eso coincido con ellos: la clase media, en buena parte, los abandonó. El pobre “diablito” no pudo contener su derrota en Soyapango, un territorio poblado de clase pobre y media baja, cuando todos los meses el recibo de la luz eléctrica llegaba por los aires o el gas tenían que comprarlo al doble o el triple.

Cuando le pregunté si eso había ocurrido por la lejanía que, en muchas ocasiones, el FMLN se coloca del mandatario Mauricio Funes, niega eso aunque acepta malos cálculos. Más bien me dio la impresión que le echa la culpa de las alzas en algunos servicios públicos a funcionarios que no hicieron nada por encontrar otras soluciones que no fueran las que rubrican algunos organismos financieros internacionales. De todas maneras, me dijo, estamos claro que, de aquí en adelante, debemos hablar más con Funes.

El dirigente del FMLN maneja cifras, que dan envidia, sobre lo que hacen, y harán, con más de 100,000 manzanas que sembrarán con dineros del Alba. Si cumplen esas metas, le dije, ustedes habrán hecho una revolución silenciosa, en este país, en una materia que todos olvidaron: sembrar para comer, al menos.

También quieren meterse en planes de energía sacada de las corrientes profundas del mar. Si la ciencia aplica en ese caso, sería un espectacular plan para que esa clase media no viva agobiada por la factura de la luz eléctrica.

Talvez yo habría deseado más transparencia en el uso de esos dineros del Alba venidos de la liturgia central de Hugo Chávez, pero él dice que el gobernante venezolano no les ha pedido nada a cambio. Ni siquiera atragantarse con el concepto homérico de Bolívar.

Cuando bajé del avión saqué una conclusión: la izquierda salvadoreña se ha hecho pragmática. Dice estar lejos del ácido ideológico. Sabe que el país está torturado y violento y que mucha gente ya no aguanta más hechos perturbadores. Arrastrando una pequeña maleta, sin lujos visibles, concluí que ese hombre está hecho por las circunstancias y no es un filósofo cínico de la historia. Es práctico, con una alta inteligencia emocional y, sobre todo, honrado intelectualmente porque jamás se ha creído redentor

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