miércoles, 24 de marzo de 2010

Romero, "la voz de los sin voz", se sigue oyendo en El Salvador

Romero, "la voz de los sin voz", se sigue oyendo en El Salvador

SAN SALVADOR, 24 Mar 2010 (AFP) -
El que fuera arzobispo de San Salvador Oscar Arnulfo Romero, "la voz de los sin voz", se sigue oyendo en El Salvador treinta años después de su asesinato, que lo convirtió en símbolo de una nueva iglesia con opción preferencial por los pobres.
Romero fue asesinado de un certero disparo en el corazón por un francotirador cuando oficiaba misa en el hospital de cancerosos La Divina Providencia
Su asesinato polarizó aún más la sociedad salvadoreña y estimuló el crecimiento de un movimiento insurgente surgido pocos años antes y que en octubre de 1980 se constituyó en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que actualmente gobierna el país.

El papa Juan Pablo II se arrodilló ante su tumba el 6 de marzo de 1983, lo que fue interpretado por la iglesia local como una "muestra de solidaridad" ante la persecución que sufría en el marco de la guerra civil. Volvió a repetir el gesto en febrero de 1996.

Excelente orador, Romero denunció la injusticia social y la represión militar.
Nacido el 15 de agosto de 1917 en segundo lugar de una familia de ocho hermanos en Ciudad Barrios, un pueblo enclavado en montañas y cafetales en el departamento de San Miguel, 156 km al noreste de San Salvador, ingresó a los trece años al seminario menor de San Miguel, donde era conocido como "el niño de la flauta", por el pequeño instrumento de bambú que heredó de su padre.

En 1937 fue aceptado en el seminario mayor San José de la Montaña, en San Salvador. Siete meses más tarde viajó a Roma para estudiar teología, donde vivió las penurias de la Segunda Guerra Mundial y fue ordenado sacerdote el 4 de abril de 1942.

Tras trabajar en varias parroquias del país, el 21 de junio de 1970, este conservador fue nombrado obispo auxiliar de la capital, luego obispo de Santiago de María, Usulután, el 15 de octubre de 1974, en momentos que comenzaba la represión contra campesinos organizados.

Sin la confianza del clero progresista, monseñor Romero fue ungido arzobispo el 23 de febrero de 1977, cuando tenía 59 años, y adoptó el lema "sentir con la iglesia".

El 12 de marzo de 1977, adoptó una línea de denuncia luego de que militares asesinaron, junto a dos campesinos, al connotado sacerdote jesuita Rutilio Grande, por lo que exigió una inmediata investigación al entonces presidente, coronel Arturo Armando Molina, su amigo personal.

El 23 de marzo de 1980, a pesar de las persistentes amenazas de muerte, Romero instó a los efectivos del ejército y cuerpos de seguridad a obedecer el mandamiento de Dios de "no matarás" antes que sus jefes les ordenaran disparar contra el pueblo.

"Les ruego, les suplico, les ordeno, en nombre de Dios, cese la represión" fue la frase lapidaria que irritó a los militares y a los sectores de ultraderecha el 23 de marzo de 1980, que a posteriori le costaría la vida.

Con la muerte de Romero estalló la guerra civil de doce años que dejó una estela de 75.000 muertos cuando concluyó el 16 de enero de 1992, a raíz del acuerdo de paz firmado por el gobierno y la guerrilla con la mediación de Naciones Unidas.

Una Comisión de la Verdad creada por la ONU, culpó como autor intelectual del asesinato al mayor del ejército Roberto D'Aubuisson, fundador de la entonces gobernante Alianza Republicana Nacionalista (ARENA, derecha), quien murió de cáncer en febrero de 1992.

La causa para canonizar a Romero se encuentra en Roma desde 1996, y en 2006 la Congregación de la Doctrina de la fe acordó iniciar el proceso de beatificación. El expediente se encuentra en la actualidad en manos de la Congregación para la causa de los Santos.

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