domingo, 28 de febrero de 2010

SACERDOTE HONDUREÑO SALE DEL PAIS

Enero 21 de 1982
Periódico Tiempo, Honduras C.A.
SACERDOTE FAUSTO MILLA SALE DEL PAIS
· Me voy no porque quiera… · "El coronel Mejía Peralta, responsable de la represión contra mi persona…" · "En Corquín tenía la ciudad por cárcel…" · "Denuncia de masacre en Sumpul  no gustó al ejército"… · "Monseñor Oscar Rodríguez más parece coronel que un pastor"…  
      El sacerdote hondureño Fausto Milla salió ayer del país con destino a México "casi como un asilado", según dijo al hablar con periodistas capitalinos en una conferencia de prensa ofrecida minutos antes de abordar el avión que lo condujo a la capital azteca. 
      "Me voy no porque yo quiera, me veo obligado, quiero seguir haciendo algo por mi país, por el pueblo hondureño, por mi propio diócesis porque soy nativo de Guarita, Lempira, y no hubiera querido salir de esta forma, nunca por amenazas y encañonamientos militares de quienes se han aliado con un ejército asesino que en 1969 nos invadió y cuando yo tuve que hacerle de médico, alcalde y protector de la gente que no pudo abandonar la región", dijo el sacerdote católico. 
      Relató pormenorizadamente todos los hechos que en su contra han cometido las autoridades militares de la IV región del ejército nacional, con asiento en Santa Rosa de Copán.  Una de estas veces en que fue atacado, según su relato, solamente lo salvó de un eminente secuestro la oportuna intervención y ayuda del diputado Armando Moreno, quien le brindó refugio en su vehículo. 
      Narró  que en su parroquia de Corquín, departamento de Lempira, prácticamente tenía la ciudad por cárcel, sin haber cometido ningún delito.  Acusó al coronel Oscar Armando Mejía Peralta, jefe del XII Batallón de Santa Rosa como el principal responsable de "la represión desatada contra mi persona, así como contra otros agentes de la pastoral de la iglesia". 
      "Él atemoriza al pueblo y los amenaza para que no vayan a misa, acusa a los sacerdotes de ser comunistas y bajo su visto bueno se cometen en contra de la Iglesia una serie de atropellos", dijo el padre Milla. 
      Aseguró  igualmente que todas las denuncias hechas por la iglesia de Copán a favor de los derechos humanos de los refugiados salvadoreños han molestado a los militares y por ello el hostigamiento en contra de los sacerdotes. 
      Especialmente señaló que "la denuncia de la masacre de refugiados salvadoreños en los márgenes del Rio Sumpul en mayo de 1980, provocada por los ejércitos de Honduras y El Salvador, no les gustó a los militares"
      Para ellos, dijo, los refugiados son guerrilleros; por consiguiente, si soy amigo y les ayudo a los refugiados, también soy un guerrillero al que hay que eliminar". 
      Dentro de mi parroquia todas las comunidades, aún dentro de su pobreza, colaboran con ayuda humanitaria para los refugiados y a los militares no les gusta", indicó. 
OBISPO CÓMPLICE       También acusó ante los periodista a Monseñor Oscar Rodríguez Maradiaga, obispo de la diócesis de Copán de ser "cómplice de todo lo que los militares nos hacen.  Mi obispo más parece un coronel sin charratera, que un pastor". 
      "Me voy también decepcionado de quienes debieron brindarme protección y amparo, pero que con su actitud parecen revelar una alianza con quienes nos persiguen, sencillamente porque estamos haciendo una labor de iglesia", indicó. 
      Manifestó  que el consejo presbiteral de Santa Rosa de Copán ha sido desbaratado por el nuevo obispo.  Los cambios de personal en la administración eclesiástica han sido bruscos como si Monseñor Rodríguez jugara ajedrez desbaratando toda la organización que creó y fortaleció  el hoy fallecido monseñor José Carranza Chévez".  
      "Lo que uno no se explica es que nuestro jerarcas superiores que firmaron documentos como el de Puebla, vengan a ponerse de lado de quienes ese documento de la iglesia condena por ser los interesados en mantener el régimen de la seguridad nacional que significa inseguridad para toda la población y solo seguridad para los dineros que ellos acumulan", concluyó el padre Fausto Milla. 

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